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Casos exitosos:
Entre seis meses y un año demora la inserción laboral de ex reclusos
Viernes 4 de enero de 2008
Francisco Cisternas trabaja hace 2 años en una firma de transportes.
Fundación Paternitas aumentará los cupos de su programa de
rehabilitación gracias a un convenio con el Ministerio del Interior.
“La gente dice que las malas costumbres se pegan. Y yo digo que las
buenas también”, afirma Francisco Cisternas convencido de ser un
ejemplo de eso. Él tiene 37 años, de los cuales cinco los vivió en la
cárcel por tráfico de drogas.
De eso ha pasado tiempo y un programa de rehabilitación y disminución
de la reincidencia completo en la Fundación Paternitas. Por eso, ya
lleva dos años trabajando en una empresa de transportes, “con harto
empeño y sacrificio”.
Ahora, en la Fundación Paternitas esperan multiplicar la experiencia
de Francisco a través de la firma de un convenio con la División de
Seguridad Pública del Ministerio del Interior.
Para eso, la entidad pública entregará financiamiento que permitirá
ampliar la cobertura del programa en 200 cupos y, en función de los
resultados obtenidos, en el segundo semestre se podría aumentar en
otros 150.
Apoyo
El sacerdote Nicolás Vial, presidente de Paternitas, agradeció el
interés del gobierno por este tipo de programas y aseguró que no se
arrepentirán: el 89% de los 741 ex reclusos que han entrado en éste se
han logrado reincorporar socialmente y salir adelante.
Y, actualmente, el 45% de ellos está trabajando formalmente. “Nos
gustaría que fuera el 100% y por eso queremos pedirles a los
empresarios que se incorporen a esta misión, porque la rehabilitación
es posible”.
En la fundación comentan que la reinserción laboral de sus
beneficiarios demora de seis meses, en los casos más exitosos, a un
año. Sin embargo, a algunos les cuesta más encontrar empleo, por sus
antecedentes.
Por eso, también se trabaja fuerte con la familia de los ex reclusos,
a quienes se da asistencia psicológica, social y capacitación laboral.
Margarita Soto es una de estas beneficiarias indirectas: llegó a la
fundación en 2006 buscando ayuda legal para su hijo Cristián. “No
podía ni hablar de lo deprimida que estaba. Y era tanto, que me
dijeron que primero tenía que sanarme yo”.
No sólo ella obtuvo ayuda psicológica: su marido por fin pudo dejar
atrás su alcoholismo. Con Cristián, en cambio, no hubo éxito: “Él no
quiso entender, y siguió en la droga. Después se enfermó grave y murió
en nuestra casa, hace dos años”.
Ella, sin embargo, siguió en contacto con Paternitas y pudo acceder a
un microcrédito entregado por Banigualdad. “Gracias a un curso de
chocolatería que hice en la fundación, comencé a hacer chocolates y
los vendí. En verano, cuando ya no podía hacer eso, porque se
derretían, me dediqué a las colaciones”.
Comenzó repartiendo 10 meriendas en Banigualdad y ya va en 25. “Me
dieron un segundo microcrédito y me pude comprar un hornito, así que
podré hacer más cosas”.
“No teníamos ni para una taza de té. Con la ayuda de Paternitas vamos
a salir de la pobreza”.
MARGARITA SOTO,
beneficiaria
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