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Bienestar más que consumo, entorno más que desarrollo material: el PIB
para vivir
De seguro hay otras formas de crecer. No se puede comenzar en un día,
pero se podría empezar por la cuestión financiera internacional.
El mundo, a pesar de todo y a pesar de unos pocos, nunca ha dejado de
cambiar. Hay períodos como el actual, en los cuales el cambio es más
rápido y evidente, porque las inquietudes son manifiestas y las
adecuaciones, indispensables.
Existen quienes creen que hay períodos en que nada cambia. A fines de
los 80 y comienzos de los 90 los conformistas proclamaban que la forma
de vivir era que el eje de la sociedad fueran los consumidores, y sin
más, en una vuelta de página de varios siglos, situaron a éstos de
igual a igual con los ciudadanos, aprovechando que los últimos, al
encontrarse seducidos por el consumo, ejercían sus derechos con
indiferencia: muy pocos participaban en las actividades políticas,
comunitarias y sociales, y votaba menos gente. Esto facilitó la tarea
a los estrategas del conformismo, cuyo objetivo era y es fomentar el
consumo y el endeudamiento de las personas. Parecía que al fin se
había llegado a concebir el sistema perfecto y se entraba en un
círculo virtuoso. Las condiciones políticas eran hegemónicas. El mundo
se uniformaba. Esa fórmula, típica de pensamiento único, recorría las
elites mundiales de Occidente y nos dejaba inermes, sin sentido de la
realidad, encapsulados en un pragmatismo cómodo pero inútil. En Chile
este modo de ver castigaba el pensamiento crítico. Se purgaban
socialmente las palabras molestas y preferir el medio ambiente antes
que el desarrollo a cualquier precio podía llegar a ser catalogado de
antipatriota. Es probable que esta medianía se originara en que
practicábamos una transición con fuertes amenazas civiles, porque las
grandes movilizaciones de los 80 habían cerrado el espacio político de
lo militar.
En el mundo han cambiado muchas cosas desde los 90. Nuestra especie
sólo puede escapar hacia el futuro, aunque este a veces parece una
reconstrucción del pasado. No tiene asunto pensar el día que se vive,
lo natural es pensar en lo que viene. El presente se hace y deshace
con la misma rapidez. Y como la adrenalina no es un privilegio y está
distribuida en forma igualitaria, cuando surgen dificultades las
personas se activan y tienden a estar más alertas. Esto causa grandes
desazones en conservadores de todo tipo. Se asustan y asustan al que
pueden ante el menor cambio. Quisieran que nadie molestara a las
empresas clasificadoras de riesgo, “riesgo país” incluido, y
olvidáramos sus errores con los cuales han maltratado países, empresas
y gobiernos. Es una paradoja que uno de los factores de la
inestabilidad actual, para los conservadores represente confianza y
les dé calma. Los conservadores quisieran también almacenar en el
congelador sus tiempos más convenientes y vivirlos eternamente, como
por ejemplo la época en que la ignorancia y la voracidad permitían
hacer cualquier cosa en el medio ambiente. Como no saben lo que puede
ocurrir, quisieran que nos tapáramos los oídos y los ojos.
No vaya a suceder que a alguien se le ocurra, como al Presidente de
Francia el 8 de enero, señalar lo siguiente: “El capitalismo
financiero tiene que ser moralizado… frente al aumento de la
potencia de los fondos especulativos extremadamente agresivos que no
obedecen tan sólo a la lógica económica… Todo no puede abandonarse a
un capitalismo financiero dejado a su aire”. También quisieran seguir
consumiendo desaforadamente energías que son finitas, fósiles y
alimentos, y luego sufren porque aumentan los precios de los alimentos
y se escapa la inflación.
No quisieran que el PIB, como proponen algunos economistas, entre
ellos el Premio Nobel Joseph Stiglitz, “midiera los cambios que
afectan al bienestar y la degradación del medio ambiente”, sólo les
interesa “el aumento del desarrollo material”. Esta apuesta por
superar los parámetros de elaboración del PIB y adecuarlos a los
fenómenos que en estos tiempos representan factores de crecimiento y
desarrollo, es un intento de despegarse de lo “fútil” de consumir
nuestros propios venenos y crecer aumentando nuestras debilidades,
como los atletas que usan anabólicos. De seguro hay otras formas de
crecer. No se puede comenzar en un día, pero se podría empezar por la
cuestión financiera internacional.
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